Fecha: septiembre/octubre de 1950
Traducido: Jordi Martorell, 2025
[Nota del editor: «S.B.C.I.» significa la sección británica de la Cuarta Internacional. Esta carta abierta fue escrita por Ted Grant después de ser expulsado de la sección].
El trotskismo británico ha llegado a un punto muerto en el camino que ha seguido la organización trotskista oficial; no hay ningún camino hacia el desarrollo de una tendencia revolucionaria sana y arraigada en las masas.
Por tres razones, como tendencia revolucionaria, la Cuarta Internacional en Gran Bretaña ha colapsado:
1. La capitulación ante el tito-stalinismo a nivel internacional.
2. La política y el programa en Gran Bretaña.
3. La falta de democracia interna.
Como resultado del desarrollo que siguió a la Segunda Guerra Mundial, se ha desarrollado a escala mundial una relación de fuerzas imprevista entre el estalinismo, el reformismo y el capitalismo. El pronóstico de la Cuarta Internacional antes de la guerra, según el cual el problema del estalinismo se resolvería durante la guerra o inmediatamente después, ha sido desmentido por los acontecimientos.
Debido a la viabilidad de la propiedad estatal, la espantosa decadencia y el colapso del imperialismo y el capitalismo, la ola revolucionaria que siguió a la Segunda Guerra Mundial y la debilidad de la tendencia internacionalista revolucionaria, el estalinismo pudo aprovechar todos estos factores y emergió con la URSS como segunda potencia mundial enormemente fortalecida en todo el mundo. El estalinismo se ha convertido en la tendencia mayoritaria en Europa y Asia.
El colapso del capitalismo en Europa del Este permitió al estalinismo, como tendencia bonapartista, manipular a los trabajadores y maniobrar entre las clases, estableciendo Estados obreros deformados de carácter bonapartista con más o menos apoyo de masas. El estalinismo, en la peculiar relación actual entre las fuerzas de clase, basándose en última instancia en el proletariado —en el sentido de defender la nueva forma económica de la sociedad—, es un bonapartismo de nuevo tipo que maniobra entre las clases para establecer un régimen al estilo de Moscú.
En China y Yugoslavia, los partidos estalinistas llegaron al poder con un apoyo masivo abrumador y establecieron regímenes relativamente independientes de la burocracia de Moscú.
El hecho de que la revolución en China y Yugoslavia pudiera desarrollarse con un carácter distorsionado y degradado se debe a los factores mundiales siguientes:
(a) La crisis del capitalismo mundial.
(b) La existencia de un Estado obrero deformado fuerte adyacente a estos países y con una poderosa influencia en el movimiento obrero.
(c) La debilidad de la corriente marxista de la IV Internacional.
Estos factores han dado lugar a un desarrollo sin precedentes, que no podía prever ninguno de los maestros marxistas: la extensión del estalinismo como fenómeno social por media Europa, por el subcontinente chino y con la posibilidad de extenderse por toda Asia.
Esto plantea nuevos problemas teóricos que debe resolver el movimiento marxista. En condiciones de aislamiento y escasez de fuerzas, los nuevos factores históricos no podían sino dar lugar a una crisis teórica del movimiento, planteando el problema de su propia existencia y supervivencia.
Tras un período de extrema vacilación y confusión en toda la Internacional, incluidas todas las tendencias, han surgido tres tendencias distintas:
(a) Un movimiento de desesperación y revisionismo, el llamado capitalismo de Estado; el menchevismo organizativo de Haston y la desintegración ideológica de Morrow, Goldman, Craipeau, etc.
(b) Una tendencia hacia el neoestalinismo (el S.I. y la Sección Británica).
(c) La corriente marxista que lucha por continuar las mejores tradiciones del trotskismo.
Ante problemas formidables, el SI y la dirección británica han revelado su bancarrota teórica. Sin ninguna explicación teórica adecuada ni análisis consciente de su posición pasada, han dado un giro de 180 grados, al más puro estilo zinovievista, pasando de sostener que Europa del Este y China eran regímenes capitalistas a afirmar que Yugoslavia, desde la ruptura con Stalin, se ha transformado misteriosamente en un Estado obrero sano.
En Gran Bretaña, haciéndose eco del SI y sin el menor intento de comprensión teórica, la dirección de Healy da su aplicación más cruda. Su método de razonamiento sigue estas líneas: (a) la IV Internacional predijo que el estalinismo no podría hacer la revolución (b) el estalinismo ha hecho la revolución, por lo tanto... (c) ¡no es estalinismo! La segunda línea de argumentación de la que son culpables tanto el SI como la dirección de Healy es que solo puede haber un Stalin. ¿Por qué? Puede haber más de un dictador fascista porque tienen una base de clase en la clase capitalista, pero Stalin, aparentemente, no tiene base de clase.
Idealizando y blanqueando a la dirección de Tito por su ruptura con Moscú, la dirección británica ha suprimido toda crítica fundamental a esta tendencia y considera a Yugoslavia como una dictadura proletaria «normal»: es decir, un Estado obrero sano con este o aquel defecto menor sin importancia real. Tomando como plataforma el hecho de que, desde la ruptura con Moscú, la dirección de Tito se ha visto obligada a tomar prestados muchos de los argumentos del arsenal del marxismo en sus críticas a la oligarquía de Moscú, no ven el conflicto como un reflejo de la lucha nacional contra la opresión y la explotación de los burócratas de Moscú, y como uno que se reflejó en toda Europa del Este, e incluso dentro de las fronteras de la propia Unión Soviética: Ucrania, los tártaros de Crimea, la República Alemana del Volga, etc. La única diferencia importante es la posibilidad de una resistencia exitosa debido al carácter independiente del aparato estatal en Yugoslavia.
A pesar de los zigzags hacia la izquierda, en parte demagógicos y en parte sinceros, la base fundamental del régimen en Yugoslavia sigue siendo la misma que antes... el socialismo en un solo país (y en la pequeña Yugoslavia, además), maniobrando entre el imperialismo mundial y el bloque ruso (gracias al cual Yugoslavia puede mantenerse). El régimen sigue siendo totalitario: no existe la democracia obrera.
El intento de disculpar estas ideas como un simple resquicio secundario del estalinismo es criminal y falso. Algunas críticas correctas al régimen de Moscú no transforman el sistema de Tito, del mismo modo que algunas críticas correctas del Kominform no cambian la naturaleza del régimen en los países donde el Kominform ostenta el poder.
La crisis del estalinismo hace que el problema de la construcción de la IV Internacional sea más complejo que antes. La creación de nuevos Estados estalinistas —independientes o semi independientes de Stalin— ha añadido más confusión en la mente de la clase obrera mundial. La IV Internacional, al tiempo que aprovecha la ruptura dentro del estalinismo para desenmascarar la verdadera naturaleza de esta enfermedad bonapartista, no debe hacer concesiones al neoestalinismo. Al tiempo que apoya plenamente la lucha por la autodeterminación nacional de la nación yugoslava contra los brutales ataques del chovinismo gran ruso, la Cuarta Internacional no debe respaldar la posición política de Tito.
Aunque representa las aspiraciones nacionales de las masas yugoslavas, la dirección de Tito, a escala liliputiense, utiliza los métodos y desempeña un papel similar al de la camarilla del Kremlin. No hay que olvidar que la ruptura no vino del lado yugoslavo, sino que fue impuesta a la burocracia yugoslava por el intento implacable e intransigente de dominación de Moscú. Desde la ruptura no ha habido ningún cambio fundamental en los principios y métodos de los yugoslavos... ¿Cómo podría ser de otra manera? El socialismo en un solo país sigue siendo el eje alrededor del cual giran las ideas de los yugoslavos. Para ellos, la degeneración de la burocracia rusa es un fenómeno puramente accidental que no explican desde el punto de vista marxista de que las condiciones determinan la conciencia. Tampoco podría ser de otra manera: a menor escala, las condiciones en Yugoslavia son similares a las de la Unión Soviética (país atrasado, proletariado minoritario, entorno hostil, imperialismo y estalinismo). Causas similares producen resultados similares. En política exterior e interior, la posición de los yugoslavos no es fundamentalmente diferente de la del estalinismo en sus primeras fases. A largo plazo, tendrá las mismas consecuencias.
En lugar de aprovechar el conflicto para demostrar la verdadera naturaleza del estalinismo y los atributos vitalmente necesarios que debe tener un Estado obrero sano, [ellos] se han convertido en una réplica de los Amigos de la Unión Soviética. La organización se ha convertido en la agencia turística exculpatoria de Yugoslavia.
Desde la creación de la Socialist Fellowship [Confraternidad Socialista] por parte de Ellis Smith hasta la crisis coreana, la organización atravesó un período de colaboración y adaptación a diversos elementos dentro del Partido Laborista. Estos abarcaban desde reformistas socialdemócratas de izquierda como Ellis Smith y Brockway hasta compañeros de viaje estalinistas como Tom Braddock y Jack Stanley. En ausencia de una verdadera izquierda, la dirección de Healy ayudó a construir una sombra. Para mantener esta sombra, se vieron obligados a acomodarse a ella. Así, cuando la Socialist Fellowship elaboró su política, tras las elecciones generales, esta dirección asumió un papel destacado en la redacción de un programa falso y oportunista.
Al mismo tiempo, se difundieron ilusiones sobre los supuestos líderes de la clase obrera, Ellis Smith, la Sra. Braddock, etc.
En la primera crisis grave, cuando surgió el conflicto de Corea, se produjo la inevitable escisión de esta organización, con la salida de Ellis Smith y compañía. Con la salida de los importantes reformistas de izquierda, el grupo viró más abiertamente hacia la acomodación al ala estalinista. Permanecen en el resto de la Socialist Fellowship con una posición semi estalinista.
De hecho, los trotskistas constituyen la columna vertebral de la Socialist Fellowship en cuanto a membresía, organización y actividad.
Los trotskistas han gastado su energía propagando una política oportunista en lugar de construir un núcleo revolucionario a su alrededor.
Durante el período de desarrollo de la Socialist Fellowship, la revista Socialist Outlook [Perspectiva Socialista] llevó a cabo su tarea declarada: «reflejar la confusión de la izquierda». (Documento de la conferencia de 1949). El papel político de Socialist Outlook no venía determinado por sus anémicos editoriales, sino por los artículos principales de aquellos diputados, etc., cuya política consistía claramente en endulzar las amargas píldoras de la derecha.
Al mismo tiempo, los editoriales estaban teñidos por la necesidad de no «ofender» a los compañeros de viaje estalinistas del consejo editorial.
El editorial produjo una línea de «crítica» digna de los notorios «Amigos de la Unión Soviética». «A la dirección... le gustaría que fuera así». «Estamos lejos de sugerir que el Gobierno ruso apoya en todo momento y en todas las condiciones a los movimientos progresistas». «Hay un claro sabor a política de potencia en el intento de Moscú de asegurar la paz en Corea a cambio de un puesto adicional en el Consejo de Seguridad». ¡Estos son ejemplos de «crítica trotskista seria»! Entre estas declaraciones, que tienen un sabor muy distintivo, se encuentra la siguiente: «La política exterior rusa está determinada por lo que el gobierno de ese país considera que es en interés de la Unión Soviética, pero eso, como se demostró en la India, no siempre coincide con lo que es mejor para la clase obrera internacional. Ni siquiera, a largo plazo, con lo que es mejor para la propia Unión Soviética».
Sobre esta base de adaptación política, la tendencia de Healy se jacta en Gran Bretaña y a nivel internacional de sus éxitos numéricos y organizativos en la «construcción de la izquierda» dentro del Partido Laborista. Afirmaciones que carecen en gran medida de fundamento en la realidad.
Incluso con sus más denodados esfuerzos, sigue siendo una organización sin importancia y semi ficticia. Sin su apoyo, se derrumbaría inmediatamente.
El Socialist Outlook es un «foro» en el que no se refleja ninguna tendencia revolucionaria. Tampoco se permite la crítica revolucionaria en el periódico. Por ejemplo, no se publicó el ataque de S.L. [Sam Levy] al editorial de abril, ni el ataque de M.L. [Marion Lunt] a la posición de Yugoslavia, mientras que se publicó una gran cantidad de material reformista y estalinista. En este sentido, salen mal parados incluso en comparación con el centrista Socialist Leader [Dirigente Socialista]. Hay que tener presente el punto importante de que las fuerzas dominantes en Socialist Outlook son los trotskistas.
Socialist Outlook, que en realidad es el periódico del grupo, debería ser el organizador del grupo, pero en cambio se ha convertido en un canal de influencia estalinista en el Partido Laborista.
Toda la línea del periódico y la política de esta agrupación encuentran su expresión más cruda en el famoso suplemento sobre Corea. No hubo crítica alguna del papel de la burocracia estalinista. Se blanqueó el papel de los yugoslavos en la ONU. Aunque se apoyó correctamente la lucha del Norte, no se dijo ni una palabra sobre el ardid estalinista.
En la Liga de la Juventud [ala juvenil del Partido Laborista - L.O.Y.], donde existen las condiciones más favorables para el trabajo, no vemos un concepto trotskista de difundir nuestras ideas y ganar apoyo para ellas, sino el concepto de controlar toda la organización de la L.O.Y. En su lucha en la L.O.Y., aunque lucha correctamente por las demandas democráticas y organizativas, lo hace a expensas de una posición política. Todo el enfoque en el Partido Laborista es estalinista: controlar los aparatos, una Socialist Fellowship, un Socialist Outlook, toda una Liga de la Juventud, a expensas de las ideas y el programa políticos. Sin embargo, no tiene la gracia salvadora de que, junto a los apéndices organizativos, los estalinistas organizan simultáneamente su propio partido y su propia prensa, poderosos e independientes.
Esta política liquidacionista se convierte en una mezcla de banderas, políticas y programas.
Sin un sentido adecuado de la proporción y magnificando los peligros, la conferencia se celebró en las condiciones más desfavorables. Solo se permitió asistir a los delegados, salvo a unos pocos privilegiados. A los miembros individuales, por motivos de seguridad, se les negó el derecho a asistir o incluso a saber dónde se celebraba la conferencia.
El documento de los capitalistas de Estado fue rechazado para su publicación después de que el secretario general lo hubiera aceptado, con el argumento de que su autor había sido expulsado (a posteriori). Esto constituyó una provocación que, por supuesto, favoreció a los capitalistas de Estado. Estos eran una tendencia representada en la conferencia y deberían haber tenido derecho a presentar un documento para expresar sus ideas, aunque el autor fuera ajeno a la organización.
El documento de la sección de Liverpool no se publicó con el pretexto de que se había presentado demasiado tarde, aunque algunas de sus ideas se incorporaron en el documento a última hora, sin reconocimiento alguno.
El documento principal «enmendado» era, de hecho, un documento completamente nuevo. Al añadir nuevas ideas mezcladas con las antiguas, solo conseguía desorientar y confundir a los miembros. La dirección presentó un documento completamente nuevo, al tiempo que afirmaba que solo había enmendado el antiguo. Se trata de una artimaña zinovievista.
En la conferencia, el debate político y la votación se desarrollaron en un ambiente de amenazas disciplinarias. En la resolución sobre el reformismo se dijo a los delegados que cualquiera que votara en contra de su aplicación sería expulsado, a pesar de que algunos delegados no estaban de acuerdo con el documento. En todas las organizaciones bolcheviques, los miembros tienen derecho a votar en contra de los documentos, aunque la decisión mayoritaria determina automáticamente la política. La resolución sobre la aplicación se presentó para obligar a la minoría a votar a favor de una resolución a la que se oponía, bajo amenaza de expulsión. Esta actitud ultimatista tiene más en común con el monolitismo estalinista que con el bolchevismo.
No aprovecharon la oportunidad de permitir que se airearan las ideas de los capitalistas de Estado mediante un debate completo en la conferencia, a pesar de que un número cada vez mayor de miembros estaba simpatizando con el capitalismo de Estado como reacción a la línea semi estalinista de la dirección.
De manera arbitraria y burocrática, la dirección disolvió y fusionó grupos de base, sin tener en cuenta las necesidades del partido, sino solo las de la camarilla. Por ejemplo, el secretario general se presentó en el grupo de Kilburn y declaró su disolución con el fin de «separarlo de influencias malignas». Esto no fue ratificado por el Comité Ejecutivo (CE) hasta una semana después.
En Liverpool, hubo un intento deliberado de dividir el grupo en dos con el fin de separar a la «familia Deane» del resto de los camaradas de Liverpool.
Los grupos fueron deliberadamente aislados unos de otros para facilitar el control desde el centro. No se sabía nada de lo que ocurría en el conjunto de la organización, se restringió la correspondencia entre los grupos y las declaraciones que llegaban a través del CE tenían el propósito específico de dar el visto bueno a las acciones del CE. Los grupos y los individuos que no estaban de acuerdo eran amenazados con la expulsión o atacados brutalmente como camaradas anti partido.
Como consecuencia de este régimen, el descontento político se reflejó inevitablemente tanto en infracciones disciplinarias como en la deserción de miembros.
La única respuesta a las infracciones disciplinarias era la expulsión inmediata (Percy Downey en Birmingham). La decisión de expulsar se sometía a los grupos de base para su ratificación. Quienes votaban en contra de la acción del CE alegando que era necesario un debate a fondo y que esas violaciones eran el resultado de la falta de debate político y de democracia dentro de la organización, eran expulsados inmediatamente (Birmingham, West London). Así, insistieron en el principio monolítico de la unanimidad.
Compañeros destacados de la oposición, como J.D. [Jimmy Deane] y S.L. [Sam Levy], que eran miembros del Comité Nacional, fueron expulsados con pretextos endebles o por infracciones técnicas de disciplina.
Al restringir los derechos de los miembros, utilizando argumentos técnicos, con la actitud dictatorial de la dirección y la intimidación general de los miembros, el grupo se ha reducido. Debido al número de miembros que han dimitido o han sido expulsados, se ha reducido a un desastre. En las provincias se ha convertido en un mero esqueleto. En Londres, los miembros están perdiendo la confianza en esa dirección. Se trata pérdidas sustanciales.
Solo quedan los camaradas más jóvenes e inexpertos y los elementos más endurecidos de la camarilla. El hecho de que cada vez más miembros abandonen el grupo, sumado a la expulsión de camaradas dirigentes, uno de ellos miembro del Comité Nacional y único representante de la oposición en este importante órgano, demuestra que es imposible y, al mismo tiempo, carece de sentido luchar por una dirección alternativa en una caricatura de organización bolchevique como esta.
Camaradas, las cuestiones que planteamos no son menores. Son cuestiones fundamentales, que afectan al destino del trotskismo, tanto a nivel nacional como internacional. No hemos tomado a la ligera la decisión de romper con esta tendencia en desintegración ideológica y organizativa. Si queremos preservar, ampliar y desarrollar el precioso legado de ideas que nos dejó Trotsky, es necesario romper con quienes siguen los pasos del estalinismo. Hoy en día, los grupos de la IV Internacional, debido a diversos factores históricos, son pequeños y débiles. Por ello es aún más necesario que se mantengan intactos los principios fundamentales del trotskismo. Hoy en día, la tarea principal es la preparación ideológica para el desarrollo de una organización de masas en una etapa posterior. Con un programa neo stalinista solo se puede preparar el desastre. Solo la formación de cuadros revolucionarios desarrollados puede preparar el camino para el futuro.
Dada la situación mundial y las condiciones existentes, es imposible prever un desarrollo rápido del movimiento trotskista de masas en Gran Bretaña. Esto requerirá años de trabajo paciente.
En esta etapa, la actividad principal del grupo tendrá que desarrollarse dentro del movimiento laborista y las organizaciones de masas de la clase obrera, como grupo entrista. Inevitablemente, en los próximos años se desarrollará un ala izquierda en el Partido Laborista. Pero el estúpido intento de crear un ala izquierda de la nada y declarar que ya existe solo ha demostrado la impotencia de los healyistas, salvo en su propia imaginación. Para preparar el ala izquierda, es necesario ahora llevar a cabo una crítica seria y sobria de todas las tendencias del Partido Laborista en la prensa y en el propio partido. Al mismo tiempo, hay que desenmascarar el estalinismo y el imperialismo de manera implacable, con el fin de evitar la posibilidad de que sectores del Partido Laborista se pasen al estalinismo por desesperación.
Para llevar a cabo esta tarea, es necesario mantener una democracia escrupulosa y la plena libertad de discusión dentro de la organización. Sin ello, no será posible crear y mantener una agrupación revolucionaria en el difícil período que se avecina.
Por todas estas razones, hacemos un llamamiento a todos los compañeros sinceros del movimiento para que se unan a nosotros en esta tarea. Solo así se creará un movimiento combativo y vivo. El trabajo paciente y diario dentro del movimiento laborista dará resultados si se lleva a cabo sobre una base correcta. Los años que se avecinan pueden ser fructíferos. Las tareas son difíciles, pero las oportunidades, desde una perspectiva a largo plazo, son ilimitadas. Adelante con la construcción de la tendencia revolucionaria en Gran Bretaña.
Septiembre/octubre de 1950